El Faradio, Prensa

Némesis

La venganza es un tema fascinante. Fascinante sobre todo para los que nunca han podido permitírsela por eso de que pertenecen a un país civilizado y la óptica cristiana (que no bíblica) lo ve mal y por mas justo que sea quien se vengue lo tiene jodido si le pillan. Ya, ya conozco el argumento: la venganza puede convertirse rápidamente en una sucesión de venganzas en cadena, cada una peor que la otra. Convertirse en un no parar.

Un sin vivir. Sobre todo para esa gentuza que se apropia de la Justicia en su provecho, que se apropia de la ética para ídem, que se apropia y utiliza el discurso de la seguridad y la democracia mientras el personal aguanta – sin vengarse – esperando que alguien haga algo cuando los Bancos y Fondos Buitre siguen desahuciando; cuando Inda, Tersch y el resto de pelagatos sigue inventando mentiras; cuando la Presidenta de la Comunidad de Madrid sigue criticando a la misma Sanidad que ella o los suyos me da igual, se merendaron; cuando (el Quico)¬- ese pobre pantojo – sigue poniendo a parir a gobierno mientras se apunta antes que nadie a las subvenciones; cuando el impresentable Jefe de la Caverna que no solo no sabe hacer la ‘O’ con un canuto sino que a mayores, es un robaperas – perdón quiero decir títulos – va dando lecciones de no se sabe qué a no se sabe quien sin que puedan ponerle un bozal o ya que estamos, volarle los dientes.

Oh, si, seguramente me dirán que es imposible saber si determinado asunto de venganza sirve para nivelar la balanza, que es mejor la venganza fría que la caliente, que esas no son formas…

Yo lo único que sé es que con ley o sin ley siempre salen ganando los mismos. Miren a Rato en casita a pasar la cuarentena y díganme donde están los chavales de Alsasua. Sí, díganme en que se parece semejante cosa a la Justicia. Pero ojo porque me ha dicho un pajarito que cuando esta diosa – la mas equilibrada de todas con su venda en los ojos y su balanza en el aire – pierde el control, hay que prepararse pues en ese momento hacen su aparición (para ayudarla) sus hermanas las Furias implacables y con ellas Nemesis, la diosa de la Venganza – y arrasan con todo.

También sé, (pero eso es porque lo he mirado en el diccionario) que la palabra venganza deriva del latín vindicare que significa justificar, rescatar, liberar o emancipar (en el sentido de «liberar a un esclavo») así que deduzco que al final, «vengarse» tiene bastante que ver con liberarse a una misma pues mientras una no puede vengarse (otra cosa es que lo hagas) no puede sentirse verdaderamente libre. Y es que por lo visto el truco consiste en saber que podríamos hacerlo, que podríamos hacer que todas esas ladillas y otras muchas, muchas más, paguen, devuelvan, hagan frente a sus deudas, impuestos y responsabilidades por mas que eso les cueste – a las ladillas – quedarse en la puta calle sin cobijo ni misericordia. Así aprenderán de una vez por todas lo que sienten los demás cuando ven que ni hay Justicia ni se la espera.