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Revuelta

¿Como es que “el mundo puesto patas arriba” termina siempre por enderezarse? pregunta Hakim Bey.

Respuesta: no tengo puta idea.

Pero sé que las revoluciones se comen a sus hijos. Sé que a las revoluciones sigue siempre la reacción. Sé que esa espiral hegeliana es un círculo vicioso. Asi que propongo algo distinto.

¿Qué tal una REVUELTA? ¿Qué tal una rebelión permanente? Una operación de toma de riendas. Un salto por encima del Tiempo y de la Historia. Un momento prohibido. La negación de esa famosa dialéctica que, hasta ahora, nos ha devuelto siempre al punto de partida.

Sí, ya lo sé: nuestra particular situación histérica (aunque también histórica) no es propicia para asumir un reto tan enorme: ¡La revuelta permanente nada menos! Además, es probable que nada más que un fútil martirio resultaría en estos momentos de una colisión frontal con el Estado terminal, el Estado de las mega-corporaciones, el Estado-Espía, el Estado-Imperio, este asqueroso Estado del espectáculo y la simulación.

Porque todas sus armas nos están apuntando como apuntan los snipers a la población de Gaza bajo los divertidos ojos de los colonos que se trepan a las plataformas de vigilancia para ver de lejos, aunque en primera fila la masacre que su ejército lleva a cabo día tras día.

Sí, todas sus armas nos están apuntando.

Mientras tanto, nuestro escaso armamento no encuentra nada contra lo que apuntar como no sea al fantasma de eso que llaman Democracia bajo cuyo manto y el de sus instituciones ni se cree ni se respetan los Derechos Humanos. O quizá también contra el ectoplasma de una información sesgada, manipulada regida siempre por la imagen de la pasma y el ojo fascinante de la pantalla de la televisión.

Asi que ¿por qué no?

¿Por qué no declaramos el estado de revuelta permanente, una operación guerrillera que consiste básicamente en atacar y enseguida huir con el fin de liberar de una vez por todas nuestra imaginación y con ella, un tiempo, un espacio (por pequeño que sea) antes de disolvernos se enseguida y reconstruirnos en otro lugar o tiempo antes de que el Estado se dé cuenta y pueda acabar con nosotros?

Babilonia es imbécil, está llena de fisuras y de grietas y, a más a más, toma sus abstracciones por realidades (lo dice también Hakim-Bey). Es precisamente en ese margen de error donde caben nuestras tácticas: el rechazo a entrar en el juego de su violencia, el rechazo a su hipocresía, la retirada total del área del simulacro, en una palabra, La Desaparición para desde allí poder “revolverse” más tranquilamente, más efectivamente. Con intuición.

Artículo publicado en Último Cero el 10/04/2018