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La arabofilia feminista de Pilar Salamanca

Trayectorias pretende dar a conocer a doce escritoras de origen palestino, con la intención de contribuir a erradicar la invisibilidad de una literatura casi desconocida e incluso marginada por una gran parte de las editoriales europeas”. [Pilar Salamanca, Trayectorias: una antología de escritoras palestinas contemporáneas y entrevistas, Agilice Digital SL, Valladolid, 2018, 270 pp.]

“Un mundo que fue y que ya no es, recuerdos del pasado y vivencias del presente, el diálogo entre la palabra y la imagen, todas estas cosas contiene este tan bello como acerado retrato del Beirut mish huna, el Beirut que ya no está”. [Pilar Salamanca, Beirut mish huna, El Desvelo, Santander, 2019, 117 pp. Ilustraciones de Pedro Sainz Guerra]

OPINIÓN. El lector vago. Por Miguel A. Moreta-Lara
Escritor a veces

02/04/20. Opinión. El escritor Miguel A. Moreta nos habla en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la escritora Pilar Salamanca: “Después de acometer un estudio introductorio absolutamente notable por su novedad y su orientación artística y feminista, Trayectorias da voz a un repertorio de doce escritoras palestinas, a través de una inteligente y matizada…

…entrevista a cada una de ellas, con el remate de poemas y fragmentos narrativos muy bien escogidos”.

 

La arabofilia feminista de Pilar Salamanca

Pilar Salamanca, nacida en Valladolid, es activista, poeta, novelista, traductora y periodista, doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca, licenciada en Árabe e Islam y especializada en Historia Contemporánea del Oriente Medio. Actualmente reside en Santander. Muchos de sus cuentos, novelas y libros de poesía han sido premiados. De su variada labor como escritora sobresale un grupo de obras que es expresión comprometida de una permanente actividad en las arenas del arabismo. Así, podemos mencionar -entre otros títulos- los poemarios Qassida (1998) y Días de lengua roja (2014), la traducción directa del árabe del Poema de la Medicina (1999) de Avicena, sus novelas A cielo abierto (2000) e Hijas de Agar (2017), multitud de artículos, el libro de viajes Beirut mish huna (2019) y el ensayo Trayectoriasuna antología de escritoras palestinas contemporáneas y entrevistas (2018). En todo el quehacer de esta autora está muy presente su pensamiento político y feminista, inseparable de su arabofilia: ambos aspectos son muy visibles en las últimas dos obras mencionadas.

Antología palestina

Después de acometer un estudio introductorio absolutamente notable por su novedad y su orientación artística y feminista, Trayectorias da voz a un repertorio de doce escritoras palestinas, a través de una inteligente y matizada entrevista a cada una de ellas, con el remate de poemas y fragmentos narrativos muy bien escogidos. El libro se completa con un utilísimo apéndice: “Índice general de escritoras palestinas (1948-2015)”, en el que se recogen 152 fichas y entradas sobre otras tantas autoras. Es un libro testimonial, pero, a la vez, un libro importante y un libro necesario. Decir escritoras palestinas, se dice pronto, es en primer término decir un sufrimiento histórico… Histórico por su duración de ya más de siete décadas, desde la Nakba [el éxodo palestino] de 1948. Pero decir escritoras palestinas es también referirse a una cuádruple cascada de marginalidades que aprisionan a la escritora en sí (el mundo del arte y la expresión literaria), a la mujer (la lucha de género), a la lengua palestina (la lengua árabe, pero también otras lenguas), a la musulmana (la religión, pero sobre todo la cultura). En cada una de estas cuatro referencias late detrás y en paralelo toda la rabia, toda la experiencia y toda la sabiduría de la entrevistadora, Pilar Salamanca: como escritora, indagando en el proceso de la escritura, en el destino y en la lectura de un mensaje de vida; como mujer, en la diferencia y en la lucha genérica, pero también en los géneros y técnicas que el patriarcado literario define como netamente femeninos (autobiografía, memorias…); como traductora, con el juego de las lenguas propias y extranjeras, con el mestizaje lingüístico; como occidental, bebedora de la crítica del orientalismo y de los estudios poscoloniales, de la senda que marcaron intelectuales como Frantz Fanon y Edward Saïd.

Y todo ello bajo la forma de una de las mayores marginalidades, la histórica, ya mencionada en primer lugar, la que asuela territorios, pueblos y gentes de Palestina. Exterminiogenocidioexilioapartheidholocaustoexpolio son términos que no desmerecen de una realidad desoladora que dura hasta hoy.

Siguiendo a su amada Virginia Woolf (“Al escribir, estoy haciendo algo más necesario que cualquier otra cosa”), Pilar Salamanca guía a las entrevistadas por una serie de cuestiones capitales para las mujeres y hombres de ahorita mismo: condición de la mujer palestina, recuperación de la memoria, cómo influye el cuerpo de la mujer en su escritura, cómo es el proceso personal de esa escritura, conflicto entre arte y política, especificidad de la literatura frente a otras artes, la pasión, lo imposible, los límites del lenguaje, la literatura de los detalles y de la aparente trivialidad.

Regreso a Beirut

Remedando lo que decía Rubén Darío de Enrique Gómez Carrillo cuando este regresó del Japón, para mí una mujer que vuelve de Beirut es siempre interesante; y si, además, esa mujer es una escritora, “el hecho me resulta encantador”.

Pilar Salamanca es una viajera nerviosa, que escribe con aceleramientos, desde un hondo sentir desangelado, con desesperación, casi sin aliento.

El encuentro con la antigua ciudad, una ciudad que mish huna (“ya no está”), arrasada por la guerra y por la reconstrucción especulativa que ha hecho desaparecer los espacios públicos, le sugiere esta reflexión:

Dice Duccio Canestrini que los lugares arrasados nunca deberían volver a ser como eran antes. En principio, yo estaba casi de acuerdo, pero ahora no sé qué pensar porque al menos en Beirut, donde tan incapaces se han mostrado de mejorar la ciudad, una hubiese preferido que, al menos, la dejasen como estaba.

La forma errática de enjuiciar la ciudad y su historia no deja de sorprender y agradar al lector que solo conoce la ciudad de oídas. Por ejemplo, un apunte filológico sobre las palabras Beirut (raíz cananea b’rt, ‘pozo’) y Líbano (raíz lbn, ‘blanco’) lleva a la autora al color blanco y a la nieve, para a continuación referirse a la “hermosa piel caramelo de los etíopes” que trabajan como sirvientes en la ciudad. Esta visión desnortada, metomentodo, es la marca de la casa y lo que convierte a este pequeño gran libro en una guía peregrina, original y especialísima. Pilar Salamanca, guerrera y crítica, es una viajera apasionada hasta las lágrimas: “Beirut ha sido siempre una ciudad en guerra consigo misma”. La autora suda, grita, padece pesadillas. No ahorra andanadas contra la casta exhibicionista de los nuevos ricos, contra los intelectuales, contra los próceres… Se muestra inmisericorde con los tópicos: “Beirut, la princesa del mar”, “Beirut, el París del Próximo Oriente”… Aunque, a seguidas, parece afirmar que es posible que la ciudad haya sido y siga siendo una rareza dentro del mundo árabe, con su cóctel de sectas y grupos sociales y religiosos.

Su incansable fisgoneo da lugar a un reportaje muy personal y siempre divertido. Hilarante es, por ejemplo, la página dedicada a los cirujanos de la hymenoplastia (recomponedores de virgos, a partir de 300 dólares) y a los yonquis de la belleza, clientes del más de millón y medio de operaciones plásticas:

Una cifra increíble, a no ser que las liposucciones, rinoplastias, aumento/disminución de pechos, estiramientos faciales, subida de glúteos, eyeliners permanentes, fuera la grasa del estómago, fuera el vello de la cara y de otras partes del cuerpo, implantes de cualquier cosa, pelo incluido, etc., hayan empezado a hacerse en mesas de cocinas con la ayuda de robots entrenados al efecto.

La autora confiesa haber iniciado este viaje por curiosidad y por añoranza. Viajar por nostalgia siempre será un fracaso: podremos volver a un lugar, pero nunca conseguiremos regresar a un tiempo, ay, ya ido. Un dolor que se atempera con el aroma de un té con yerbabuena, con el sabor de una rosca cuajada de sésamo (ka’ak) o con el sonido de un lamento de Fairuz. En algún momento concluye: “[…] en el fondo viajamos solo para verificar lo que creemos conocer”. Aunque la viajera es una mujer hiperculta, que camina acompañada de una memoria literaria e histórica que se pone a prueba cuando visita el monasterio de Qozhaya o cuando recuenta los últimos 375 cedros del Horsh Arz Al Rab, siempre se mantiene atenta al rumor de la calle.

Así como el tiempo y la maldita guerra han carcomido la ciudad añorada, cuya ausencia (mish huna) llora y canta Pilar Salamanca, las bellísimas ilustraciones de Pedro Sainz Guerra se empeñan en levantar acta de la actualidad, de la presencia de sus gentes, de sus calles, del hormigueo incesante, de los objetos vivos, de las ruinas del amor, y uno se acuerda de una canción nocturna de Oum Khaltoum y de un poema del libro Días de lengua roja de esta musafir:

Sueño desvelado.

Bajo las alas del párpado,
un rabel escala
el cráter de tu garganta.

La lengua almizclada
agita trémula su aliento
y se mece

en la etimología de un beso

Publicado en El Observador