Lo mismo
“El espectro de lo mismo, ha vuelto atacar” (Braudillard).
Casposos, fanáticos, horrendos, violentos meapilas intentan apropiarse de nuevo del cuerpo simbólico de las mujeres para impedir que puedan abortar si lo necesitan.
Y la política por lo visto parece no poder hacer nada contra esa multitud de virus malignos que afectan al cuerpo de la polis, un cuerpo codificado y modelado por democráticos sistemas y convenciones que hace de las mujeres, los y las racializadas, las pobres, las débiles una propiedad a administrar. Una más. Es decir una más de las terroríficas consecuencias derivadas de la mitificación de una democracia que se empeña en aceptar en su seno – con todos los honores – a quienes son sus mayores depredadores: nazis, fascistas y bárbaros de toda laya que lo único que pretenden es acabar con ella mientras ella, la democracia, en voz baja sigue pidiendo respeto para todas las opiniones.
¡Hay que joderse!
Como si el respeto no fuese algo que hay que ganarse.
Como si todo ser humano llegase de fábrica con un letrero que dijera “haga lo que haga yo, que soy un hijo de puta, merezco respeto”.
Pues no. Va a ser que no.
Algunas, sin ir más lejos, no podemos respetar a unos administradores públicos que permiten que en la Sanidad Publica TODOS los médicos se declaren objetores de conciencia a nuestra costa anulando el derecho que tenemos las mujeres de recurrir al aborto en unos hospitales públicos que se pagan – también – con nuestros impuestos. Así que no, no vengan diciendo que se debe respetar el derecho a la objeción de esos píos funcionarios cuando ellos no respetan el mío. Por cierto : ¿no sería posible que si en el servicio de Ginecología de esos hospitales hay – digamos – 10 plazas, sacaran a concurso cinco de ellas para los objetores y otras cinco para médicos que NO lo fueran? Porque no parece algo tan difícil. Digo.
Y ya puestas, no me pidan tampoco que respete a esos energúmenos que manifiestan “SU OPINIÓN” acosando y hostigando a las mujeres que acuden a esos mismos hospitales públicos para ejercer un derecho que tanto tiempo y tanto sufrimiento costó a todas hasta que los democráticos machirulos representantes de la “polis” decidieron reconocerlo mientras nosotras, agradecidas pero no pagadas, nos olvidábamos de pedir justicia por las muertes y los destrozos que habían causado sus machiruladas y aplaudíamos como si nos hubiesen hecho un gran favor.
Si, ya lo sé, es inútil confiar en la racionalidad de un sistema construido por y para los que pueden aprovecharse de él. La ilusión que alguna vez tuvimos de hacerles cambiar de idea resulta perfectamente inútil porque ideas no tienen, solo intereses y esos intereses ni cambian ni han cambiado nunca desde que el mundo es mundo.
Y si todavía no lo hemos entendido o si no hacemos algo para poner freno a esta clase de deriva será, otra vez, demasiado tarde. Ya nos pasó ¿recuerdan? Entonces, tampoco comprendimos cuando aún teníamos los medios y tiempo para frenarlas y después… bueno, después pasó lo que pasó.
Hoy, por lo que se ve, seguimos sin comprenderlas del todo. Y, claro, así nos va.
Artículo publicado en El Faradio el 26/09/2021