Una promesa
En 1982 meses después de la invasión israelí del Líbano, en plena guerra civil libanesa, cientos de palestinos refugiados y otros muchos civiles fueron masacrados en los campamentos de Sabra y Shatila donde hoy día los supervivientes siguen viviendo en condiciones inimaginables.
A todos ellos víctimas de las políticas genocidas de Israel, me gustaría dedicar estas líneas. Y doy gracias al Faradio por permitírmelo pues soy perfectamente consciente que no solo los medios de comunicación israelíes sino muchos otros en los mundos occidental y árabe apoyan estas masacres haciendo inaudibles, en medio de esta salvajada inhumana, las voces de las víctimas. Y aunque soy consciente de lo poco que vale y de lo muy insuficiente que resulta frente a su terrible dolor, quisiera hacerles hoy una promesa que no es mas – ya lo se – que una promesa pero que es todo lo que puedo ofrecer ahora ya que – como dice Ilan Papée- no hacer nada sería incluso menos que una opción.
Y aunque por supuesto esta promesa no es suficiente quiero, al igual que él, comprometerme públicamente a continuar con el esfuerzo de boicotear al Estado de Israel mientras siga perpetrando tales crímenes. Solo cuando las comunidades académicas, culturales, deportivas e institucionales se nieguen a tener ningún tipo de relaciones con Israel, cuando las líneas aéreas vacilen en volar allí, cuando cada grupo pueda perder dinero a causa de una postura ética y entienda que a largo plazo saldrá ganando tanto moral como financieramente, solo entonces habremos conseguido honrar tu nombre, Palestina.
Sabemos que el movimiento por el BOICOT, la desinversión y las sanciones (BDS por sus siglas en inglés) ya ha conseguido muchos logros y prosigue su incansable trabajo a pesar del cinismo de los políticos y de las infundadas acusaciones de antisemitismo. Sabemos también que seguirá encontrando innumerables obstáculos. Con todo, me comprometo también a formar parte de los esfuerzos que se hagan para superar esos obstáculos. El recuerdo de nuestros seres queridos será la fuerza que me impulse junto con la vívida memoria del sufrimiento que han venido padeciendo este pueblo desde el 1948.
Lo hago egoístamente y realmente rezo y espero que los palestinos que se ven obligados a contemplar día tras día como las tropas del ejercito israelí matan a sus hijos, destruyen sus casas o roban sus propiedades sigan resistiendo y no pierdan la esperanza. Por su bien y el mío, deseo que todos juntos podamos soñar con el día después, cuando el sionismo sea por fin derrotado y todos tengamos la paz y la vida normal que nos merecemos.
Me comprometo también a no dejarme embaucar ni por los amigos ni por los dirigentes palestinos que todavía siguen cifrando sus esperanzas en la “solución de los dos estados” liquidada por los genocidas sionistas hace ya tanto tiempo. Si alguien decide luchar para conseguir un cambio de régimen en Palestina, su única razón debería ser conseguir la igualdad de derechos humanos y civiles para todos sus habitantes y la restitución plena a todos aquellos que fueron y son masacrados por el sionismo dentro y fuera de esta tierra mártir.
Deseo de corazón que descansen en paz nuestros queridos muertos, aunque no vayan a ser vengados. No queremos ya más sangre, pero estamos seguros, todavía estamos seguros, de que llegará el día en que consigamos acabar con este sionismo genocida a fuerza de pura justicia. Una justicia que implica, en primer lugar, que los asesinos que mataron en Sabra y Shatila a nuestros seres queridos – y que siguen matándolos todos los días en nuestra querida Palestina – rindan cuentas ante los tribunales de Justicia. Mi promesa es que haré todo lo que esté en mi mano para lograr que así sea.
Artículo publicado en El Faradio el 19/12/2021