Naranjas, no
Si vienen de Israel.
Mayumana, tampoco.
Mayumana es una compañía israelí que tiene previsto actuar en el Palacio de Festivales los días 3 y 4 de Marzo. De manera que, con todo el respeto del mundo no puedo dejar de pensar que las gestoras del dicho Palacio tienen como una pedrada y no se enteran.
No se enteran de que este grupo procede y se beneficia de las ayudas del Estado de Israel, un Estado genocida, culpable de la ocupación ilegal de Palestina y de la vulneración reiterada de los derechos humanos de sus habitantes con tortura y asesinatos incluidos.
No se enteran de que las expresiones artísticas de los sionistas – musica, teatro, cine, danza – no son sólo cultura, sino propaganda.
No se enteran de que la idea de que el arte es o puede ser algo neutro, puro, casi místico y debería mantenerse apartado de cualquier contacto con la sucia política es una pura estupidez pues esa extendida concepción angelical del Arte es una falacia que impide a quienes la sostienen, percatarse del uso propagandístico y manipulador que hacen de él los poderes establecidos con el fin- reconocido – de darnos a todos por el ras.
No se enteran de que el estado de Israel – especialista en manipulaciones – no es una excepción en este sentido por mas que sea una excepción en si mismo. En ese sentido, el arte ha sido y continúa siendo un pilar fundamental de la estrategia sionista. A partir de los años 50, apenas dos años después de la Declaración Unilateral del Estado de Israel que tuvo lugar en 1948 después de llevarse por delante mas de 500 pueblos y aldeas palestinos que fueron reducidos a escombros – los sionistas dieron en inventarse colonias de artista en las ciudades que recién habían arrebatado a los palestinos. Con generosas subvenciones, ventajas fiscales y otras prebendas el Gobierno de Israel instaba a los artistas a establecerse en las casas (e incluso en las Mezquitas) que legal y moralmente pertenecían a los palestinos con. un doble objetivo: Por una parte, borrar las huellas de la milenaria presencia de sus antiguos habitantes y por otro, proyectar hacia el exterior una imagen ideal de una sociedad, la israelí volcada en la creatividad, el arte y ¡como no, si se trataba del Pueblo elegido! también en la espiritualidad.
Fue asi como surgieron colonias artísticas como las de Ein Hod, en el antiguo barrio árabe de Safad o las del casco viejo de Jaffa. Y es precisamente aquí donde la compañía Mayumaná decidió instalare y tiene su local de ensayo y sus oficinas.
No se enteran – o mejor dicho no saben, nunca han sabido – que en 1948 y como ocurrió en tantas otras ciudades palestinas, la mayoría de sus 70.000 habitantes se vio obligada a huir ante la acometida del Irgun, una de las milicias terroristas de Israel (la otra era el Stern, ambas incluidas después en el ejercito oficial de Israel) cuyo comandante era entonces el futuro primer ministro de Israel y ¡¡¡ Premio Noble de la Paz!!! Menajem Begin. A día de hoy apenas son 15.000 los habitantes palestinos que quedan en la ciudad convertidos en ciudadanos de segunda y sometidos a una pobreza crónica.
Tampoco saben – estoy completamente segura – que a la entrada del casco viejo la ciudad, justamente muy cerca del local de Mayumaná, se han instalado no hace tanto unos paneles turísticos que explican la historia de Jaffa sin mencionar por supuesto los casi 2000 años de presencia palestina en la ciudad pero calificando como “liberación” de la misma, su invasión por parte de los sionistas y su posterior saqueo.
Resumiendo: el Estado de Israel mantiene una determinada estrategia “cultural” de cara al exterior mientras intenta ocultar sus bestiales y continuas agresiones al pueblo palestino. Piensa que cuanto mas se hable de sus artistas, de su música, de su cine o de su teatro menos atención se prestará al conflicto. Hace años, un cantante israelí presente en el Día del Orgullo Gay de Madrid (por cierto, chicos gay, ¿no os da vergüenza dejar participar a estos exterminadores en vuestros desfiles?) decía: “Israel tiene mucho mas que el problema palestino. Es divertido, hace un tiempo estupendo, hay playa…”.
Los dirigentes israelíes buscan precisamente este tipo de declaraciones. Recuerdo que tras la masacre de Gaza, el Ministerio de Asuntos Exteriores destinó dos millones de dólares para mejorar la imagen del Estado de Israel a través de la cultura y los espectáculos.
Enviaremos – dijo entonces su director general Arye Mekeleron –a nuestros novelistas y escritores mas conocidos, a nuestras compañías de teatro y nuestras exposiciones y de esta forma mostraremos al mundo el rostro más amable de Israel y evitaremos que se nos identifique únicamente en un contexto de guerra (recogido por The New York Times, el 3 de marzo de 2009).
Frente a esta macabra estrategia exigimos a todos los y las artistas, creadores e intelectuales israelíes una condena rotunda y sin paliativos a la ocupación militar y a la política de agresión al pueblo palestino. No caben los silencios ni las declaraciones de neutralidad. Los que se refugian en el mutismo como los que miran hacia otro lado o pagan su entrada, actúan de igual manera que los ciudadanos alemanes durante la II Guerra Mundial cuando fingían no saber lo que ocurría en los guetos, en los campos de concentración o de exterminio mientras se dedicaban a sus labores como si la cosa no fuera con ellos.
Por esta razón y mientras no exista una condena explicita al Estado Sionista de Israel, yo apoyo, porque es justa, la campaña BDS (Boycot, Sanciones y Desinversión) y no pienso poner un pie en el Palacio de Festivales para ver a Mayumana.
Artículo publicado en El Faradio el 11/02/2022