Sin duda, Albares es nulo
Vestir al Sr José Manuel Albares Bueno (1972), ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España con un currículo de más bien nada, que incluye una licenciatura en Derecho, otra en Ciencias Empresariales y – no se lo pierdan – un intercambio Erasmus en la Universidad de París. Vestirle, digo, de ministro socialista es como para mear y no echar gota.
Sobre todo, después de haberle visto funcionar.
Un señorito neoconservador en lo político y neoliberal en lo económico disfrazado con ropajes social-demócratas y democráticos haciendo el lila por las cancillerías de Europa, más preocupado por los problemas de Ukrania que por lo que ocurre en Melilla o en el Sáhara, y que hace más caso a un bonito carnicero (con perdón de los carniceros) detenido en Tailandia hace unas semanas, que a lo que ocurre con nuestro compatriota Pablo Gonzalez detenido desde hace año y medio en Polonia al estar acusado sin pruebas de ser un espía ruso es, sencillamente, impresentable.
Un pisaverde a las órdenes de un tiburón (Borrell) que (a mayores) ha decidido asumir el papel de vocero en el equipo de los “concertinos” de la Europa más reaccionaria, esa que sigue empeñada en la pervivencia del colonialismo más obtuso de la UE, el mismo que – según AïssataTall Sall, su colega en Senegal – nos hace ver “a los blancos como colonizadores y a los africanos como colonizados”.
Es lo que hay.
Que el Sr. Albares sea, a todos los efectos, un incompetente, es inverificable. Lo sería si la incompetencia fuera una cualidad genética de todos nuestros ministros de exteriores o si él mismo tuviera la lucidez suficiente de medirse a si mismo. Pero resulta que a diferencia – por ejemplo – de Borrell que no sólo se toma por él mismo, sino que piensa que es dios – el sr. Alvares ni siquiera se toma por el Sr. Alvares. Hace esto o no lo hace o bien hace lo contrario, según le van indicando. No tiene voluntad política y aunque la tuviera, su voluntad no tendría nada que ver con el asunto. El asunto de hacer las cosas bien. A día de hoy, la política se ha convertido en un charco tal que las ranas de la voluntad o de la representatividad no pueden sobrevivir en sus aguas. Falta oxígeno.
¿Cómo querer que un señor como este acepte la propuesta de la Sra. ministra senegalesa: “Si la UE sigue bloqueando los visados, el mar seguirá siendo una tumba para los africanos” cuando, en nuestra sociedad, no existe ni la voluntad ni el coraje de exigir que se diga la verdad, que no se atemorice a la gente con falsas cifras referidas a los millones de emigrantes a punto de invadirnos y cuando, como dice G. Knaus, presidente de European Stability Initiative, lo verdaderamente importante, el escándalo, no es el número de inmigrantes sino el número de muertos.
Es vano debatir si el sr. Albares representa o no los verdaderos intereses de nuestro país en las políticas migratorias (y otras) cuando en este país no existe ni una voluntad ni una exigencia profundas de ser representados. Por eso, mucho me temo que si le defenestrasen y pusieran a otro, todo seguiría más o menos igual. Pero algo hay que hacer. Hay que intentarlo. ¿O no?
Artículo publicado en El Faradio el 27/08/2023