El Faradio, Prensa

Salvador

La Historia, todas las historias, son como las monedas: tienen dos caras. Una cara, la cantan los bardos, la otra no …nadie se atreve a hablar de ella hasta que pasa algún tiempo.

Salvador había empezado a ser molesto y por eso le dejaron caer. Sucedió de una forma callada o más bien no. Lo cierto es que durante todo su mandato se había esforzado mucho en hacer pedagogía, explicar las cosas, cumplir lo prometido… como casi ninguno. A medida que fueron pasando los días, los días de su mandato, pellizcaba su corazón y aceleraba su pulso, sin terminar de creerse lo que estaba pasando, que todo se hubiera vuelto tan bárbaro y que la ceguera, en un momento y sin más, resbalara a chorro desde tantos corazones. Y es que, en algún momento las maquinaciones de Kissinger, las del Imperio en pleno, consiguieron obnubilar las mentes de sus compatriotas, es decir, de casi todos sus compatriotas. El rencor ocupó el lugar de la solidaridad y se introdujoinsidioso en los corazones. Invernó allí dentro. Porque a veces es difícil saber dónde se andan las grietas del alma humana y enqué momentoconsigue la traición filtrarse en nuestras venas.

Salvador estaba hecho de la madera de los héroes. Daba igual dónde se encontrase, dedicaba sus victorias a su gente. Pero cuantos mayores eran sus éxitos, más sordos se volvíael mundo. Al final, solo sus desgracias consiguieron abrirse paso. Esas sí se conocían y para los ultraliberales de este asqueroso mundo, fueron la perfecta confirmación de que había llegado la hora de quitárselo de encima cuanto antes.

De esta manera se vino el día en el que sólo los resentidos compartieron con pasión el territorio de la patria. Más o menos como aquí. Sin solución. A veces pienso que en este país – como en aquel Chile – no viven más que los ofensores y los ofendidos y, de vez en cuando, para variar, intercambiamos los puestos.

No, no hay liberación. Solo existe el olvido. La memoria es un músculo que también puede atrofiarse. Todas arrastramos un armario y en los armarios, ya se sabe, duermenlos esqueletos. Y a veces bailan. Los esqueletos. Luego, un día, irrumpen, por lo general, de forma camuflada y, gracias a ellos, nosotros conseguimos construir nuestra propia “instalación”, nuestro propio pasado, nuestra propia historia.La construimos a medida.

Solo que a veces, una siente náuseas ante estas maquinaciones, angustia por todas estas palabras, acusaciones y justificaciones, por la desdicha que se repite y se contagia como un virus a través de los cordones umbilicales que en algún momento nos entretejieron a todos. Ahora y entonces, cuando de alguna manera, nos hicieron a todos responsables de tu muerte. Salvador.

Artículo publicado en El Faradio el 14/09/23.