El Faradio, Prensa

Necropolíticas

Los líderes de los países europeos, vueltos de lado, no saben no contestan.

Eso sí, ilustrados camaleones, operan con Israel, autoproclamada única democracia de Oriente Medio, bajo el parasol del laissez faire, siempre con tímidas, equidistantes e hipócritas respuestas ante los crímenes de su monstruo favorito que vive en pleno desmadre desde 1900. Como si de un insufrible niño mimado se tratara, europeos y USA´s al alimón han consentido a Israel lo que no han consentido a ningún otro país y, como suele ocurrir con cualquier malcriado, este también ha terminado por convertirse en un monstruo.

Si nunca se le exigió el cumplimiento de ninguna de las resoluciones de las Naciones Unidas – empezando por la 194 (1948) y el derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares; ni la 242 (1967) que exigía la retirada israelí de Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán; ni la 2334 (2016) que proclama ilegales los asentamientos israelíes en territorios palestinos ocupados….¿por qué demonios iba a hacer caso ahora a las llamadas de la comunidad internacional, quiero decir, de los pueblos y la población civil internacional (sus gobiernos andan a uvas, como siempre) para que ahora, precisamente ahora, las cumplan? Pues va a ser que no. Justo ahora, cuando el orden multilateral se resquebraja y cuando el uso de la fuerza vuelve a tomar la palabra sin complejos ni maquillajes, el monstruo israelí ha visto la ocasión de operar sin careta ni recato alguno.

No nos sorprende por tanto que “los padres” de este engendro, esos que nunca supieron poner límites a su hijo, sean incapaces de frenar ahora sus crímenes, los mismos crímenes, por cierto, que en primer lugar dieron origen a su asqueroso nacimiento.

La incapacidad de sus padres europeos pone en tela de juicio unos principios que la Unión Europea dice defender a toda costa pero que, en realidad, se pasa por el forro. La justicia, la defensa de la paz, del Estado de Derecho, la democracia y los Derechos Humanos se han convertido en florituras lingüísticas que solo sirven para justificar una política de rearme que permita defenderse a los socios – o al menos eso dicen los muy sinvergüenzas – de sus enemigos.

La cara que van a poner esta panda de hipócritas cuando descubran que la “defensa del modo de vida europeo”, con Palestina a las puertas de Europa, no equivale – en absoluto – a la Defensa de los Derechos Humanos. Cuando se den, nos demos cuenta, de que en el Europeísmo que entre unos y otros estamos construyendo, ese mecanismo que hasta ahora hemos llamado Derechos Humanos, se ha convertido en un trasto inservible donde la identidad se articula sobre puras lacras: la lacra del militarismo, de la mal llamada seguridad y de todas las demás necropolíticas, que son por supuesto el mejor abono de las políticas más reaccionarias.

Estoy viendo que un día, al levantarnos por la mañana, vamos a darnos cuenta que ya no nos queda nada que defender, nada – al menos – que nos haga distintos de los bárbaros, de cualquier bárbaro. O quizás, simplemente, es que no somos tan distintos de ellos o ni mucho menos mejores y solo estamos viviendo un espejismo.

Artículo publicado en El Faradio el 14/06/25.