Europa, la gran pu
De toda la vida de dios, en muchas lenguas europeas los nombres en argot, de prostitutas como la Europa en la que hoy vivimos, son variaciones de la raíz indoeuropea pu, que significa echarse a perder o pudrirse. En francés, putain, en irlandés oldput; en italiano, putta y puta en español. Como palabras relacionadas tenemos pútrida, igual que la desvergüenza manifiesta de este continente. También está, por supuesto, el verbo supurar, al parecer lo único que saben hacer algunos impresentables representantes tipo Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, una señora que por desgracia ni tiene vergüenza ni sabe lo que significa esta palabra en ningún idioma. Luego vienen, claro está, otro tipo de vocablos como los inventados por los países del Norte de la Gran Pu para referirse a los países del Sur.
Vocablos como PIGS: acrónimo peyorativo que significa “cerdos” en inglés y que los ricos del norte utilizan institucionalmente para referirse a los países del Sur que somos y hemos sido siempre su pocilga particular, al ser económicamente más débiles y padecer un endeudamiento mayor.
Y están también las otras. Me refiero a esas palabras que al parecer está prohibido pronunciar bajo pena de cárcel dentro de la Gran Pu. Por ejemplo, genocidio: compuesta de “genos”, de origen griego y significa “raza” o “tribu” más “cide” que viene del latín y significa “acto de matar” es decir, exactamente lo que está haciendo Israel en Palestina con la ayuda de la Gran Pu.
Desde que hace dos meses Israel rompió la tregua (sin contar el año y medio previo de asesinatos masivos y los 77 anteriores dedicados mayormente a la limpieza étnica) los gazatíes se están muriendo de hambre al mismo tiempo que siguen cayendo víctimas de los bombardeos.
Por gritar “Palestina libre desde el rio hasta el mar”, Francesca Albanese- relatora de la ONU – acaba de ser encarcelada en Alemania, un país nazi donde los haya y ha dicho: “si Israel destruye casas y se apropia de las tierras a un ritmo alarmante es porque cuenta con una ilegalidad y una cobardía sin precedentes por parte de sus pares internacionales”.
Ilegal, corrupta, cobarde EUROPA, de verdad una Gran Pu.
Hace unos días vimos cómo esta asquerosa entidad enviaba aviones europeos de ayuda contra los incendios desatados en el corredor Jerusalem-Tel Aviv; la hemos visto callar (haciendo honor a su nombre) sin exigir “oficialmente” el fin del bloqueo, ni siquiera como moneda de cambio por esa ayuda, a fin de poder lanzar alimentos y medicinas sobre la población asediada de Gaza; La hemos oído pronunciar palabras desprovistas de significado, afirmando sin sonrojo que esos aviones contra incendios representaban la “solidaridad en acción” de los pueblos europeos – incluido el nuestro–con el Estado Sionista de Israel.
La solidaridad de la Gran Pu. ¡Sabrá ella lo que significa esta palabra! Cuando Israel acaba de atacar en aguas del Mediterráneo al Conscience, un barquito que forma parte de la flotilla, tripulado por ciudadanos europeos y cargado con alimentos y medicinas para Gaza y ellos, los hijos de la Gran Pu ni siquiera se ha atrevido a condenar este ataque que va en contra de todas las leyes internacionales que ellos mismos han jurado respetar.
Patulea de sinvergüenzas, incapaces de tomar ni una sola medida para presionar realmente a Israel. Una Unión Europea que continúa defendiendo su Acuerdo de Asociación comercial preferencial con Tel Aviv pese a que su artículo 2 exige, a ambas partes, respeto a los derechos humanos. Una Unión de cómplices. Una Unión de hijos de la Gran Pu que no quieren darse cuenta que en el resultado de este genocidio en curso están en juego las dinámicas del futuro inmediato. Del futuro inmediato de todos. Un futuro obscuro casi negro. Algo dijo Hannah Arendt al respecto: Dijo, creo recordar, que “la práctica de la violencia cambia el mundo, pero el cambio más probable es a un mundo más violento”.
Ruego al cielo que no me deje verlo.
Artículo publicado en El Faradio el 18/05/25.