El Faradio, Prensa

Como los zombies

Convertidos en cubitos de hielo observamos sin pestañear los crímenes y la impunidad de Israel con la complicidad de la mayor parte de los países de Europa, un ejemplo corrupto de civilización que hace que unas cuantas nos avergoncemos de ella más allá de lo que puedan expresar nuestras palabras.

Pero, ¿tenemos otra opción? Queríamos libertad y después de algunas revoluciones mal hechas obtuvimos la libertad y con ella eso que dieron en llamar juego democrático. Y como somos imbéciles, llegamos a pensar incluso, que el juego era la libertad de simplemente jugar.

Queríamos libertad individual y lo único que conseguimos fue la libertad de seguir reclamando una libertad – puro cuento – que nadie tenía la intención de darnos. Así que a ver si nos aclaramos: no hay una salida fácil para este juego.Nos perdimos voluntariamente en una casa de espejos torcidos, y no hay vuelta atrás a nuestro auténtico reflejo. Ese, que nos hace achantar la muy, mientras Europa, esa bruja hipócrita, se apresura a enviar aviones a Israel, para salvar sus árboles– que no son sus árboles – del fuego y para proteger sus asentamientos ilegales mientras el bloqueo de Gaza sigue prolongando la agonía de los palestinos de Gaza. Sí, ante el horror,nuestros cuerpos se mueven solos y van a las manifestaciones. Y nuestras bocas hacen lo mismo. Una voz emerge de nuestras gargantas y a gritos pide el fin del genocidio, pide una Palestina libre. Pero ya nada está bajo control, aunque nos aseguren constantemente lo contrario. En los espejos torcidos de esta Europa de mierda solo vemos nuestra imagen distorsionada y todo lo que inicialmente nos llenaba de esperanza ha terminado por convertirse en nuestra pesadilla. Nos repetimos hasta la náusea. Como si fuéramos un viejo disco de gramófono, damos vueltas con la esperanza puesta en oír un clic benévolo que anuncie el final de este tormento.

Pero, cada día, una mano invisible vuelve a colocar la aguja en el principio del surco y… volvemos a abrir la boca para gritar los mismos gritos. Siglo XXI. A esto hemos llegado. Es demasiado tarde, no hay vuelta atrás. Esta es nuestra era gloriosa, la era del cinismo y la impunidad de los asesinos. Y nosotros, bueno, ya ves, la abrazamos, nos hundimos en ella como en un charco de arenas movedizas. Pero, no, no hay motivo de alarma; no nos ahogaremos, aunque tampoco conseguiremos escapar. Permaneceremos chapoteando en el charco. Sobreviviremos. Porque si, a estas alturas parece que sobrevivir es, en cualquier caso, nuestro único propósito en esta tierra. Sobreviviremos. Como los zombies.

Artículo publicado en El Faradio el 04/05/25.