El Sáhara y los animales mitológicos
Dice mi admirado Tecé que su animal mitológico preferido es el español de dos patas. (Lo de las dos patas es mío para distinguirlo de la Lengua que no tiene ninguna culpa de lo que hacemos con ella). Por mucho que le admire yo he de decir sin embargo queen eso no coincidimos dado que el mío, mi animal mitológico preferido, es la Hidra. Ya saben, ese monstruo despiadado de aliento venenoso con forma de serpiente de tres, cinco y hasta cien cabezas que posee, además, una enorme virtud: Es casi eterna pues por cada cabeza que pierde o le es amputada le salen dos nuevas de manera que resulta imposible deshacerse de ella. ¿Se imaginan cien cabezas – multiplicadas por cien o por doscientas (y sucesivamente) bramando al mismo tiempo? Bien. Pues esa es precisamente la razón por la que a mi me gusta el animalejo en cuestión.
Además es, o al menos así me lo parece, una buena metáfora de la reacción que, ante la opresión, suelen tener los pueblos. Todos sin excepción, por más que hoy toque hablar del Sahara, de los bramidos de una Hidra llamada Libertad.
Han transcurrido 45 años desde que Marruecos expulsara a España del Sáhara Occidental y la sustituyese, a sangre y fuego, en su papel de potencia colonial y país ocupante. Una maniobra auspiciada por Kissinger, un Leviatan asquerosamente poderoso y terrorífico que vivió para amenazar la tierra, capaz de petrificar a cualquiera con su mirada, escupir fuego y envenenar las cosechas con su aliento. Podía incluso, hipnotizar con su voz. Pocos mortales se atrevieron a enfrentarse a esta mas que horrible creatura y casi todos perdieron la vida en el intento. Tan solo, los mejores y más astutos héroes, lograron sobrevivir a su encuentro.
Entre ellos, los saharahuis.
Enfrentado a la tesitura una más que posible matanza de civiles (los integrantes de la Marcha Verde) y la amenaza de una inminente guerra con Marruecos, el Gobierno Español ¡que vergüenza! –paralizado por la agonía de Franco- optó en su día, no solo por retirarse de lo que había sido su colonia, sino por ceder al chantaje alauita, incumpliendo la palabra que había dado a los saharauis y, de paso, “todas” sus obligaciones internacionales, dejando paso libre a las tropas marroquíes y abandonando a sus ciudadanos (por aquel entonces los saharauis todavía lo eran) en manos de su peor enemigo.
Decir también que después de tanto tiempo (45 años) de ocupación y exilio, de tantos compromisos incumplidos, de tantas zancadillas al proceso descolonizador, Marruecos ha seguido apostando por su política de hechos consumados hasta que el pueblo Saharahui ha dicho basta. Harta de que le corten una tras otra las cabezas más pacientes, la Hidra del desierto ha sacado a relucir los colmillos. Y no, por favor, no me digan que no se lo esperaban o que esta política es un error.
Recuerden ¿qué hicimos los españoles cuando nos invadieron las tropas napoleónicas? ¿Acaso pedimos un Acuerdo de Autodeterminación o, por el contrario, exigimos que se largaran inmediatamente y nos devolvieran nuestra libertad y nuestros derechos? Si, me parece haber leído que eso hicimos. El pueblo español combatió – como también los saharauis- y expulsó al invasor, con las horribles consecuencias inmortalizadas por el genial pintor Francisco de Goya en Los Fusilamientos del tres de mayo (de 1808). Decir también que a día de hoy, algunos de aquellos miles y miles de patriotas que se sublevaron contra el invasor son honrados en el cementerio de La Florida, en Madrid.
De manera que si Marruecos no cumple sus compromisos y la comunidad internacional (que como de costumbre no está ni se la espera) es incapaz de presionar firmemente a los dirigentes marroquíes para lograr su cumplimiento efectivo, ¿debemos esperar que el Frente Polisario y el Pueblo saharaui vayan a quedarse eternamente cruzados de brazos, sentados sobre la arena del desierto, contemplando impasibles cómo pasan delante de sus ojos las cenizas de su República y los cadáveres de generaciones y generaciones de saharauis?
Sin atreverme a decir a este pueblo lo que ellos ya saben que tienen que hacer, déjenme que me arriesgue y conteste yo misma a esta pregunta: NO. Se acabó el tiempo. Esta hidra y sus cabezas, cada una de ellas llena hasta ahora de una de una solución posible – están hartas de esperar. Si Marruecos ha obstruido sistemáticamente un referéndum transparente y justo es porque sus gobernantes – como en su día señalara el propio James Baker, Enviado Especial de la ONU para el Sáhara Occidental – temen perderlo.
Siempre han temido perderlo. Se creen que suprimiendo la realidad como un Orión incestuoso y enceguecido, van a conseguir algo mientras esperan ganar tiempo, agotar y desmoralizar a los sufridos y pacientes saharauis, alienar la memoria histórica de las jóvenes generaciones, vencer por extenuación a todo un pueblo, con la vana esperanza de que, finalmente, sucumbirán y aceptarán lo que les echen.
Pero va a ser que no. ¿Verdad, hermanos?