El Faradio, Prensa

Malas noticias

Me disculpo por las malas noticias.

Pero he comprobado que existen diferentes maneras de borrar a las mujeres y a los hombres. Es decir, existen diferentes maneras de borrar a los seres vivos. A veces, incluso, los unos borran a los otros literal, brutal, masivamente clasificándolos antes de las matanzas y sin pestañear, de “terroristas” de cualquier clase que sea.

Como hicieron los sionistas con los palestinos en el 48 y después en el 67, en Deir Yassin o en Jenin años más tarde.

Como lo hicieron los dementes de los gobiernos serbio y croata con los bosnios, en la antigua Yugoslavia.

Como lo siguen haciendo en Colombia los cipayos de Uribe y compañía con sus propias, explotadas poblaciones. Es decir, a veces unos asesinan a otros queriendo o sin querer y los números de los fallecidos ascienden a docenas como los que mueren a diario en los controles de la ex tierra santa o en las calles de Medellín.

A veces los amenazan con que los van a matar y se los llevan por delante uno a uno o en masa.

A veces los echan del país. A veces les cortan silenciosamente todas las fuentes de oxigeno y de supervivencia y los convierten en refugiados.

A veces les prenden fuego a sus casas o entran los colonos – como en Palestina -y simplemente los sacan a la calle de ellas a punta de pistola para instalarse ellos en su lugar como hacen los sionistas en Jerusalem/Este todos y cada uno de los malditos días del año.

Pero, mira por donde, los libros de historia siguen diciendo que la 2ª Guerra Mundial terminó cuando, lo mires por donde lo mires, el mundo nunca había estado peor.  Esta claro que, a algunos, no les conviene que la guerra acabe. Veamos “Al-Bahri”, el barco saudita de la muerte, que se atreve a recorrer los mares con la bendición de Europa y con las bodegas llenas de armas españolas destinadas a exterminar a la población del Yemen simplemente porque a los Saudies les da la gana. Porque sí.

Entretanto, los huesos humanos siguen aflorando por todas partes, incluidas las fosas de toda España donde, por lo visto, Dios y el Diablo se olvidaron del borrado de personas durante los 80 últimos años.

En otros lugares, es cierto, se empleó el método del traslado: cientos de seres humanos fueron trasladados en contra de su voluntad e introducidos a presión en una vida paralela: véase Guantánamo donde tras las alambradas coronadas de concertinas pudimos ver durante años, convertidos en una especie de peces, a un sin número de seres humanos – orientales, eso sí – que  se las arreglaban apenas para soltar por la boca mudas burbujas en busca de socorro mientras se señalaban el corazón con una mano para indicar ¡vaya por dios! que todavía seguían vivos.

Y de “borrado” en “borrado” hemos llegado hasta aquí.  No es por plañir, claro, pero se diría que la presa (y también LA PRENSA) ha reventado y el agua borradora ha anegado, como si fueran hormigas, a millones de personas.

Personas incapaces de arreglárselas o de saber qué tenían que hacer y que por esa razón se podría decir que todo lo que les ha pasado es su culpa. Porque, para empezar, no sabían nadar. O sí sabían, pero quizá les resultaba más cómodo dejar que la corriente los arrastrara. Total – debieron pensar – para lo que hay que ver. De manera que sí, puede decirse que, en este caso, la culpa del “borrado” ha sido solo suya. No supieron sortear los remolinos, se alejaron de la orilla, no buscaron ni siquiera un tronco donde agarrarse …  en fin, supongamos ahora que hablo de Madrid (me encanta esa canción) y que, por supuesto, no me queda otro remedio que disculparme por las malas noticias. Tantas malas noticias.

Artículo publicado en El Faradio el 09/05/2021