Hasta el moño
De tribus e identidades (hombre-mujer-negro-blanco -trans-hetero-joven-viejo- rojos y azules). Formas de ensimismamiento atávico donde se refugia el personal con más miedo que otra cosa. Distintos modelos de fortín que no dejan ningún resquicio a la libertad.
Estoy hasta el moño de obcecaciones varias, grupales e ideológicas utilizadas en todo el mundo como nuevas formas de persecución y censura.
Estoy hasta el moño de la corrección política, de los movimientos-capilla que leen la libertad en clave negativa y que proponen limitarla con nuevos tabúes en las relaciones entre los y las ciudadanas en función del color de su piel o de su sexo.
Estoy hasta el moño (y aún mas arriba) del lenguaje políticamente correcto, cualquiera que sean sus normas y de la obligación de utilizarlo como dictan las distintas Academias y no como se me ponga a mi en la punta… de la lengua.
Quieren que usemos una cortesía helada, con atención paranoica a las palabras y a cambio, nos dan para utilizar toda clase de eufemismos y monsergas moralizantes, manuales de urbanidad y buenas maneras, vigilancia de costumbres, represión de instintos como nuevas ursulinas
Estoy hasta el moño de los inquisidores y de tanto puritanismo de libro, de esa mirada enferma que nos conduce directamente a la neurosis (no hay mas que vernos) o, lo que es peor, a la era victoriana.
Estoy hasta el moño de esta sociedad infantilizada donde parece que la vida adulta tarda décadas en desplegarse mientras los adultos eligen – repito, eligen – ser tratados como niños que se niegan a crecer y no tienen hijos porque no puede permitírselos como tampoco pueden permitirse una vida plena por culpa de la precariedad y la inseguridad laboral lo que hace de ellos una especie de fenómenos que no tienen mas remedio que compartir piso a los cuarenta, abren cuentas en Tik-Tok y andan por ahí con sudadera y gorra. A todas horas.
Estoy hasta el moño de una sociedad que ha convertido en ídolos a sus (pocos) vástagos que se permiten abroncar a sus mayores y decirles lo que deben y no deben hacer mientras ellos, sus mayores, bajan las orejas. Me resultan siniestros estos padres-amigos que han rechazado su responsabilidad, la responsabilidad de educar y crear un mundo donde los niños puedan desarrollarse.
Estoy hasta el moño de los que se empeñan en equiparar cultura y raza, cultura y religión, cultura y género. ¿Disculpe? Para mí el blues y los mawwal han sido siempre parte de mi cultura por la simple, simplísima razón que YO, lo he decidido así.
Y si, estoy hasta el moño porque me veo metida en esto de hoz y de coz y no sé y tampoco sabe nadie como salir de aquí.
Se admiten ideas.
Artículo publicado en El Faradio el 26/05/2022