El Faradio, Prensa

José Couso, presente

Este domingo día 9 de Abril se cumplieron 20 años y un día que las tropas de Estados Unidos, sus aliados y cómplices de retaguardia, acabaron con la vida del periodista José Couso que, junto con otros compañeros, se encontraba en el Hotel Palestina de Bagdad, cubriendo una guerra, televisiva para los provocadores y letal para el pueblo de Irak.

Entretanto en España, el gobierno del carapalo, responsable no sólo de esta muerte sino de la de muchos miles más, presumía en las fotos de careto, al lado de Bush y Blair, dos tipos tan mentirosos como él pero mucho más fotogénicos.

Y después, como “para casi todo” como decía D. Jaime, “han pasado 20 años”.

Veinte años y toda la vergüenza del mundo.

Porque todo lo que sabemos de este crimen, lo sabemos gracias a los informativos. No a los jueces.

No hace falta mucha conciencia política para darse cuenta que tras los famosos cubos de mierda de la historia, se apalancan los cubos de mierda de la información. Información. Ese famoso mito que lo parece todo y al que hemos convertido en el sustituto moderno de todos los demás valores. Eso si, fácil de comprar.

Lo que quiero decir es que al hablar de la muerte de Couso tenemos que reconocer que el carapalo no fue quien disparó el bombazo, que no fue él quien apretó el gatillo. Y de eso se vale ese subnormal para decir que no tiene que pedir perdón por la muerte de Couso ni por ninguna de las otras muertes de un país que el ayudó a convertir en cenizas.

Es sobrecogedor. El contraste entre el mito universal de los derechos humanos, en los que supuestamente se asientan nuestras democracias y el uso que de ellos hacen nuestros (muchos) democráticos lideres) es sobrecogedor. Una catástrofe.

Al terminarse el NODO, algunas pensamos que la tan esperada democracia era la respuesta. Soñábamosque, gracias a ella, tendríamos derecho a la justicia universal.También soñábamos – más o menos por la misma época- con lo de la imaginación al poder hasta que después de veinte años, visto lo visto, soñamos cada vez menos o ya, directamente, no soñamos nada.

Los medios informativos (muchos, unos cuantos) que aparentemente tenían que decirnos por donde nos llegamos, han revelado ser mucho másconformistas, mucho más serviles de lo previsto, más servilesincluso que los políticos profesionales. Sometidos a la tiranía de lo políticamente correcto, no llaman criminales a los que matan, mentirosos a los que mienten, o corruptos a los que nos explotan por la sencilla razón de que los tales suelen tener a los jueces cogidos por los testículos y a los mejores abogados, en nómina y claro, entre unos y otros te hacen la vida imposible.

Eso sí, del lado de los muertos, de los excluidos, de los inmigrantes, de los sin techo, de las abusadas, de los niños violentados, la cosa cambia. Aquí los inocentes tienen que presentar todo tipo de pruebas (con lo fácil que resulta destruirlas, manipularlas) paraque les hagan caso por más que todo sea evidente. Y para eso hacen falta muchos redaños. Hace falta mucha imaginación.

Pero esa clase de imaginación, la imaginación de lo social, ha desaparecido. Es inútil querer localizarla en algún lugar de esta sociedad porque simplemente ya no existe. Eso sí, el día en que esto se sepa, se sepa de verdad, la vaga decepción colectiva que hoy planea sobre nosotros, se convertirá en un regüeldo gigantesco.

Y entonces, veremos lo que pasa.

O no lo veremos,pero lo verán otros.

Artículo publicado en El Faradio el 11/04/2023