Josep
No puedo con esos aires de Conde de Montecristo que se da el tío. No puedo con ese culo en pompa orientado sin ningún pudor hacia el sionismo. No puedo con esa mentalidad de colono que hace enrojecer, incluso, a sus empleadores.
No puedo con esa falta de vergüenza, con esa apropiación cultural de blanquito privilegiado, que le hace encogerse de hombros cuando habla del acabamiento de los pueblos originarios de la América del Norte pues, después de todo “lo único que hicieron los blancos fue matar a cuatro indios”.
No puedo con esa falta de vergüenza que no se excusa por el hecho de que el tal tipo ya esté ga-ga y hable del mundo como una jungla frente a la vieja Europa que en comparación, según él, sería como el jardín del Edén.
No puedo con esa mentalidad machirula y belicista que desde el primer momento ha estado arreando tanques y tanquetas contra la Rusia de Putin negándose a contemplar ninguna intermediación o posibilidad de paz porque, también según él, los de Kiev no tienen municiones y los desvanes de todos los países europeos están llenos de armamento que solo sirve para acumular polvo (pero cuya compra, estoy segura, él no tuvo ningún reparo en apoyar en su día) y que mejor, ya ve usted, se los enviamos a ver si así se matan antes.
En el mundo de la basura, y, parafraseando a Nabokov, no es la lucidez la que proporciona el éxito, sino la imbecilidad. Pero que hay algo en la propia esencia de la imbecilidad (esto es mío y no de Nabokov)que encantaaaaaa a todo el mundo. Pero por más que los teóricos de la inteligencia artificial y demás especialistas en marketing intenten explicar por qué debemos amar “esta clase de imbecilidad”, lo útil que es, los réditos sociales y políticos que puede llegar a tener, algunas seguimos sin poder con ella.
Y eso que se podría decir que, en el mundo de hoy esta clase de imbecilidad está al alcance de cualquiera, es más, yo diría que es lo que más nos une. Lo verdaderamente globalizador de la globalización. Tropezamos con ella en todas partes ya sea la Unión Europea ya sea la comunidad de vecinos. Igual que si fuera mierda la pisamos y resbalamos por su culpa; la imbecilidad nos sigue a todas partes y aguarda pacientemente todas las mañanas chorreando en los titulares de algunos periódicos, no me pregunten cual, pero a todos parece interesar. En fin. He llegado a la conclusión que a imbecilidad, y más si viene de un tipo tan bien trajeado como D. Josep, parece ser la fórmula mágica capaz de transformar la imbecilidad en oro. Quiero decir, en votos. Rienne vas plus!
Artículo publicado en El Faradio el 02/05/2023