Entrevistas

«Todos tenemos derecho a escribir, pero no a publicar»

La narradora retrata la eliminación de la población india en la Patagonia chilena en ‘Tempest’.

El viaje y la historia son mimbres habituales en las novelas de Pilar Salamanca. ‘Tempest’ (Círculo Rojo) transcurre en la Patagonia chilena y bucea en la eliminación de los pueblos indígenas y la represión de las huelgas de los trabajadores a comienzos del siglo XX.

«Vayas donde vayas, sea Chile, Palestina, Perú u otros sitios, la historia de los que no tienen voz, los eliminados de la faz de la tierra es la misma. Me he dado cuenta después de ‘Tempest’ de que escribo siempre de lo mismo. Me gusta leer la historia, me crié a los pechos de Salgari y pensé que mi destino tenía que ser como el De la Quadra-Salcedo. Pero mi vida ha sido muy regular, esas aventuras no las he vivido. Me interesa cualquier clase de historia sobre ese otro tipo de gente que no puede hablar», explica la escritora vallisoletana reconociendo cierta «vanidad» porque «quién me dice que los chilenos estén de acuerdo con lo que cuento, pero lo hago con la mejor intención. Es una historia dolorosa de escribir y leer pero la empecé por justicia, sentí la
necesidad de proteger determiadas palabras y una forma de mirar al pasado con esperanza desde este mundo ciego».

De la Patagonia chilena lo primero que le llamó la atención es que «no hay nada que recuerde su pasado. Había un pequeño museo en una habitación con algunas fotos y cuatro monigotes. Las poblaciones indias eran de subsistencia, primitivas, el grupo no tenía necesidad de dejar constancia, vivía al día. Al eliminarles no dejaron ni siquiera su lengua, que era un cúmulo de palabras. En las etimologías está escondida la historia de los pueblos».

Concibió ‘Tempest’ como una sucesión de voces que se manifiestan fragmentariamente. Tres son sus protagonistas, Leticia y Lianor y el hombre al que están unidas ambas sucesivamente, Viktor. «Me gustan los nombres con ‘l’. Ellas son dos prototipos de mujer y tienen un objetivo; una se decanta por la lucha sindical y la otra más misionera, quiere identificarse con los indios, no reparte bendiciones sino que
quiere ser uno de ellos».

Complicidades de la izquierda

Y los fragmentos de sus vidas le permiten a Salamanca narrar asomándose a distintos momentos de la historia chilena hasta llegar a dudar del sentido de «la efervescencia revolucionaria». «Para mí Allende es un icono pero más allá de él, me preguntaba hasta qué punto está sometido cualquier país y una grandiosa personalidad como la suya a los poderes tácticos, a los intereses del ultraliberalismo. Me pareció terrorífico el patrón de conducta de las elites en tiempo en que sucedían todas estos acontecimientos. No solo la eliminación de los indígenas sino la de la fuerza del trabajo, emigrantes que acudían gracias a negreros como nosotros, como José Menéndez, el rey de la Patagonia, que era asturiano.
Esos trabajadores vivían en condiciones que les convertían en animales de caza. Aquello sucedió a principios del siglo XX pero ¿a dónde han sido tanta resistencia, tanta lucha, aplastada igual por los mismos poderes y con idéntica fuerza?», se pregunta la novelista. «Se supone que una es de izquierdas, que ha nacido así con ese gen que no sé de quién lo he heredado y te das cuenta de que las izquierdas hemos resistido y boicoteado por complicidades varias cualquier tipo de adelanto. Ver esa parte de
la historia es como mirarnos en el espejo o la ventana. Me estoy haciendo vieja y esto lo veo todos
los días y da igual el sitio, los protagonistas son los mismos».

Como escritora siente debilidad por las protagonistas femeninas, «tampoco conozco tanto a los hombres y realmente no me interesan. Cuando tengo que escribir hablo de lo que sé. Sería
raro que se me ocurriera una distopía como Atwood o una aventura en la Luna. Hablo de lo que
tengo delante, de hechos, no de fantasías, es una forma de escribir, pero hay muchas».

Por primera vez se ha autoeditado. «Elegí esta editorial, que es una cadena gigantesca con muchos departamentos. El problema es que no tiene filtro, publica todo lo que recibe, 3.000 títulos al año». Considera que el mundo editorial «ha cambiado a peor.
No es que los editores tengan toda la culpa, sino el tipo de sociedad actual, la del ‘yo me lo merezco’.
De la misma manera que un chófer, un aviador, una puta o un mecánico deciden que sus escritos
merecen ser publicados, y son árboles y ocupan estanterías, a mí no se me ocurriría arreglar un
coche, hacer una operación quirúrgica ni ponerme en una esquina. Todos tenemos derecho a
escribir pero no todos a publicar porque la inmensa mayoría es una puta mierda, me incluyo, y
entre los editores, que tenían la capacidad del juicio, los hay que ni leen lo que publican».

Publique o no, Pilar Salamanca sigue escribiendo. La próxima novela se titulará ‘Maldito Flaubert’ y le llevará a Egipto. «Flaubert creó iconos femeninos que han dominado la imaginación del público lector. Fue un magnífico escritor pero, como tantos otros señores, era un pichafloja y un acomplejado y esa mentalidad determina ese tipo de mujer que describe maravillosamente, como Tolstoi en Ana Karenina. Hablan de una sociedad pero las mujeres no tienen por qué ser al albur de esos señores. No hay ni una
que sea fuerte, decidida, que tenga el destino en sus manos, son desgraciadas sobre las que él se
regodea».

Entrevista realizada por Victoria M. Niño para El Norte de Castilla publicado el 04 de enero de 2024