El Faradio, Prensa

Mitologías

La mayoría de los pueblos suelen creer -en algún momento – que son el centro del mundo y su cultura, el eje de la historia humana.

Pero va a ser que no.
Griegos, chinos, judíos, romanos, hindúes, musulmanes, cristianos…

A lo largo de la historia, alguno de estos pueblos se ha creído – los judíos por más tiempo que ninguno – el ombligo del mundo, llegando incluso a imaginar que sus instituciones políticas y sus prácticas religiosas eran esenciales para las mismas leyes de la física. (Incluida la de la relatividad). Por poner un ejemplo que no sea de los de siempre, los aztecas creían que, sin una víctima por medio, el sol no saldría al día siguiente.

Por lo que a mí me toca, y dado el horror sobrevenido a causa de este tipo de creencias, me gustaría hablar, asi como de pasada, de uno de esos pueblos. Un pueblo que, a día de hoy, siglo XXI, sigue creyéndose “el elegido”.

Yuval Noah Harari, un ciudadano de religión judía nacido en Haifa una hermosa ciudad que según dice su presentación, está en “Israel” y según una servidora se encuentra en la Palestina Ocupada, nos cuenta en su libro “21 Lecciones para el siglo XXI” la siguiente anécdota que es de mucha risa, pero que, por sus implicaciones, resulta trágica a tope.

El día de su primera clase, su profesor de yoga, le explicó muy seriamente que, en realidad, el yoga lo había inventado Abraham ¡y que todas las posturas básicas del yoga se derivaban de la forma de las letras del alfabeto hebreo! (Así, la postura trikonasanaimita la forma de la letra hebrea Aleph, la postura tulandandasanalaletra daledy así con todas las demás. Sin entrar a discutir si “esas” letras, son originalmente hebreas o heredadas, parece ser que Abraham enseñó estas posturas al hijo de una de sus concubinas, que viajó a la India y enseñó yoga a los indios.

¿Cómo lo ven?

Lo que el pueblo judío no reúne en número de personas lo compensa con creces por su enorme desfachatez. Lo cierto es que con todo y lo mucho que presume, a lo largo de la historia ha desempeñado un papel muy modesto en los anales de nuestra especie pues, a diferencia del cristianismo, el islamismo y el budismo, el judaísmo ha sido siempre una fe tribal que solo se ha interesado por sus propios mitos y a la que siempre tuvo prácticamente al pairo el destino y las creencias de los demás pueblos y países.

Cuando los israelíes hablan de “las tres grandes religiones” influidos por esa desfachatez histórica de la que siempre hicieron gala, incluyen su propia religión en este lote. Pero si comparamos sus 15 millones de adeptos a los 2.300 del cristianismo, a los 1800 del islamismo o, incluso a los 1000 millones del hinduismo vemos que, no es que exageren, es que parece que no saben lo que dicen.

Y sin embargo, ahí están enfangados hasta las cachas con la sangre de sus víctimas y saltándose a la torera los DD.HH humanos, las protestas del mundo entero, las recomendaciones de la ONU, las decisiones del tribunal de la Haya y el sursum corda. Sólo saben matar, matar y matar. No tienen perdón.

Artículo publicado en El Faradio el 15/01/24.