El Faradio, Prensa

¿Cómo huele aquí el fascismo?

Exactamente igual que en otras partes. A mierda.

Me explico:

Siete meses después de que sellaran un documento que permitió a Gema Igual (PP) continuar en la alcaldía sin la mayoría necesaria, pero con el necesario apoyo externo de la extrema derecha de Vox, las aguas bajan revueltas y la situación se complica.

Hablan que no paran. Me refiero a los fascistas. Según ellos la situación parece requerir – como también en tantas otras partes – soluciones simples y contundentes. Tranquilos, nos dicen, que aquí estamos nosotros para arreglarlo todo de un plumazo: desde el cambio climático a los problemas de tráfico.

Desde la Unidad de España a la desaparición de las anchoas. A los muy “indinos” (que decía mi abuela) les encanta jugar con el miedo.  Tipos como un tal Palacio, por ejemplo, que dice cosas como: “para romper con el inmovilismo y afrontar los problemas reales de los cántabros…es necesario expulsar a los consejeros socialistas de la región”. ¿Cosa, eh?

No hay que olvidar que la gente como él NO han salido de la nada (en todas las comunidades hay siempre alguno así). Algún salva-patrias nacido de la espada del dios Thor y que está decidido a ayudar a los demás a sacudirse el miedo de encima. Alguien – a primera vista –  perfectamente indistinguible: alto, fino, introvertido, casi ascético siempre con traje y corbata, perfectamente acicalado.

Nadie, en principio, demasiado preparado para lidiar con conflictos tan bruscos como una oposición organizada, un montón de mujeres manifestándose en la calle, piquetes de trabajadores a la puerta de las fábricas y otras insolentes patuleas.

De modo que – como ya digo –  él no está hecho para lidiar con estos inconvenientes y defender a palo seco la Unidad de España recurre a los héroes y heroínas de su partido que salen a la calle a quitar el miedo a los demás, aunque sea a hostias.

Me refiero a los VOXtantes de a pie. La única diferencia entre los milicos de la Antigua Patria y estos tipos/tipas de la pulserita está en que, en un nivel superficial lo suyo y lo del señor Palacio es un poco diferente.

Este tipo, por ejemplo, no solo tiene a su disposición un arma democrática (los votos) sino que tiene también una representación democrática y parlamentaria e incluso restos de un cerebro democrático que si he de ser del todo sincera no sabría muy bien explicar para qué sirve. Pero en eso estamos.