El Faradio, Prensa

Vergüenza

Netanyahu acaba de ganar las elecciones en Israel.

Y la Historia, distorsionada y manipulada, serpentea viperina en el fondo de este triunfo. Una historia sostenida por los escándalos, la corrupción y la degradación moral que, por lo que podemos ver, ha dejado de tener consecuencias decisivas en una sociedad como la israelí, falsamente asentada en los mitos más estrafalarios y donde la responsabilidad (la posibilidad de que los cafres y los falsarios respondan por sus actos) no forma ya parte del juego.

Para contarnos de qué va la cosa – esta cosa de Israel – Ilan Pappe, el más competente e incisivo historiador de este país exilado desde hace unos años en Inglaterra, acaba de publicar un libro sobre los mitos fundacionales que el estado sionista ha utilizado para justificar no solo su mera existencia sino todas y cada una de las atrocidades que ha venido cometiendo en Palestina desde Mayo de 1948, fecha de su proclamación, hasta el mismísimo día de hoy

MITO 1.

La descripción de Palestina como un país vacío, casi desértico, que empezó a conocer la civilización gracias a la llegada de los colonos sionistas

Mentira. Las investigaciones históricas han demostrado que la sociedad palestina de aquellos tiempo conformaba un pueblo altamente cohesionado y en proceso acelerado de modernización y concienciación nacionalista.

MITO 2.

El famoso mito de Palestina como una tierra sin gente para una gente sin tierra

Mentira. Esa gente sin tierra hace referencia a los judíos que llegaron a Palestina en 1882 considerados por la mitología sionista, descendientes de los pobladores originales de un país del que fueron expulsados por los romanos en el año 70 d.C. Además, está demostrado que la relación genealógica entre los nuevos y los antiguos pobladores judíos de Palestina, nunca existió pues la gran mayoría de los judíos que permanecieron en la Palestina Romana se convirtiéndose primero al cristianismo y después al Islam, hasta fusionarse por completo con el resto de la población país sin que eso nos haga olvidar, por supuesto, que antes del sionismo, la relación entre las comunidades judías del mundo mundial y las comunidades judías palestinas nunca fueron una relación política sino, más bien, de tipo religioso y espiritual.

MITO 3

Sionismo y judaísmo son una y la misma cosa

Mentira. El Sionismo es una ideología colonialista, un proyecto político similar al de los blancos de Sud África (Australia…) y el Judaísmo es una religión. Lo que quiere decir que ser anti-sionista no es lo mismo ni parecido a ser un racista anti-semita pues, para empezar, tanto hebreos como musulmanes son semitas.

MITO 4

El “Sionismo” NO es Colonialismo

Mentira. El colonialismo está inscrito en los mismos genes del Sionismo, una ideología que, desde el minuto uno, tuvo como principal objetivo ocupar una tierra que no le pertenecía, que NUNCA les había pertenecido (exceptuando los tiempos de Salomón y David) para terminar despojando a sus legítimos propietarios de todo derecho a ella.

MITO 5

En 1948 (fecha de la Declaración del Estado de Israel) los palestinos abandonaron su tierra y sus casas “voluntariamente”

Mentira. Los sionistas planificaron desde el primer momento la ocupación total de Palestina y, desde 1948 (Declaración del estado de Israel), la pusieron en práctica de una forma violenta y continuada. Para comprobarlo, no hay más que ver los mapas.

MITO 6

En 1967, Israel no tuvo elección, se vio arrastrada a la guerra de “Los 6 Días” por Egipto

Mentira. Israel fue a esta guerra con Egipto, una guerra que se encargó de propiciar con diversas maniobras, con el objetivo evidente de completar la ocupación total de Palestina y ampliar sus territorios con la apropiación del Sinaí (Egipto), Gaza (Palestina) y las alturas del Golán (Siria)

MITO 7

Israel es la única democracia de Oriente Medio

Mentira. Israel podrá ser definida como cualquier cosa, pero no es ni ha sido nunca una democracia. Un estado que tiene a 1/5 de su población sometido a un gobierno militar draconiano que se rige (todavía) por las normas del Mandato Británico, que niega a los Palestinos los derechos humanos y civiles más básicos. Un estado cuyos gobernadores militares son los dominadores absolutos de las vidas de estos ciudadanos y que aplican sin pensárselo dos veces unas leyes que los segregan y oprimen, que destruyen sus casas y sus vidas cuando les viene en gana, que los envía a la cárcel cuando les apetece, que pone en manos de unos soldaditos descerebrados (o de sus mandos) la decisión última de demoler sus casas, detenerles horas sin fin en alguno de los cientos de check-points que agrietan el país, encarcelarlos sin juicio o sumirlos en detenciones administrativas que se prolongan años sin límite sin que nadie, y menos que nadie los palestinos, pueda hacer nada, un país así, digo, NO es una democracia.

Hay otros mitos, pero podemos dejarlos para otro día. De momento, lo que hay es lo siguiente:

Netanyahu (después de pronunciar este nombre me lavaré la boca), un corrupto confeso, un aprendiz de nazi, un mentiroso patológico acaba de ser elegido presidente de este nido de víboras. Una vergüenza. Otra más.

Artículo publicado en El Faradio el 06/11/2022