Somos bárbaros, el doble fondo de una sociedad corrupta, la navaja en la liga, un juego de rol asesino, una mueca fea, una colección de pomposos hablando de justicia, una colección de idiotas, escuchando. Somos un submundo cobarde y silencioso. Pisamos la mierda de los depredadores de dos patas y por la mañana temprano ytambién  por la noche nos cruzamos con las ratas y leemos en los periódicos que llevas 12 años en la cárcel de Belmash, (Guantánamo británico).Tú y la libertad de expresión.  Por defenderla. Por haberte creído, ingenuo, que se trataba de un derecho.

Somos bárbaros. En nuestros democráticos países – y en el tuyo – el viento hace revolotear la basura: bolsas de plástico, mascarillas usadas y perdidas, restos de patatas fritas, los que chicles asquerosos que mascamos para mejorar el aliento. Que no huela a podrido. Que no huela a muerte para que Priti Patel, la ministra del Interior británica que te entregó a los USA pueda dormir tranquila.

Somos bárbaros. No tenemos escritura, dejamos nuestras firmas al viento. Los periódicos callan. Las radios emiten sonidos. Y, el puto pueblo firma con un grito, una voz, un aullido que nadie escucha. No, desde luego, los tribunales. Pero en las próximos días o semanas ser conocerá el resultado de las apelaciones formuladas por tu defensa en Londres por unos cargos que no tendrían que haberse formulado. Nunca.

Pero entre tanto, Amnistía y los grupos pro-defensa de los DDHH seguiremos alborotando. Nuestro alboroto, ya lo sé, es doloroso como un dolor de muelas.  Pero no tenemos otra. El sonido es nuestra escritura, el ruido que hacemos es la única prueba de que existimos, el estallido, el único rastro que dejamos. ¡12 años, ya!

Sí, somos como bárbaros, rugimos al cielo bajo y gris que presiona nuestras nucas y pedimos justicia.